A sólo dos días de cumplir los 18 años, Diego Dabove se inclinó por Agustín Manzur para ocupar un lugar en la mitad de cancha junto a Jalil Elías. El volante aportó entrega y garra en un partido complicado, trató de jugar y nunca se amilanó en un juego de grandes.

Su llegada al once titular fue un tanto inesperada para algunos. Las lesiones de Andrada y Henriquez aceleraron el proceso que Dabove venía incubando desde su llegada al club. Ayer ante un rival que propone saltear la mitad de cancha, Manzur hizo frente para contener el avance del equipo de Florencio Varela.

El inicio le costó un poco, producto de su juventud y el gol tempranero. Con el correr de los minutos pidió la pelota y se animó con su estilo desfachatado a tirar alguna pelota filtrada o un firulete para el aplauso. En algunas situaciones quedó un segundo tarde y se salvo de la tarjeta amarilla.

En el complemento siguió con el buen trato de balón, en la marca no sufrió de manera desmedida y siempre se mostró como opción para ser salida. Cometió algunos errores mínimos producto de los pocos minutos en Primera.


Con la expulsión de Abecasis, el equipo debió desdoblarse y el no fue la excepción. Dejó en un costado el estilo atildado y decidió meter los píes en el barro del juego poco vistoso. Trabó en el medio y las puntas, se disfrazó de reelevo y hasta se animó a pegarle al arco, aunque el disparo no llegó a buen destino.

Seguro le quedan muchas cosas por corregir, pero con 18 años se animó a jugar un partido bravo, tomó las riendas del equipo por pasajes y volvió a dejar en claro que el futuro llegó hace rato.