Queda mal hablar de nosotros. No es lo correcto, pero creo que como cada país tiene el pueblo que se merece, cada club tiene la gente que se ganó con el tiempo. Hoy no vamos a hablar de cantidades, hablaremos de cualidades, de locura bien entendida, de amor. Ese que a veces no es entendido, el que cada tanto se confunde.

Este año, el pueblo bodeguero, volvió a demostrar su compromiso y ganas de alentar al equipo, más de 3 mil tombinos viajaron en la primera ronda de la Copa Conmebol Bridgestone Libertadores a los tres primeros destinos. Locales en Paraguay y Bolivia, gran número en Brasil con el equipo ya clasificado y los parlantes del Mineiro.

Sin dudas esta cualidad del hincha tombino, no es nueva, desde la cuna llevamos ese gen de seguir y alentar al equipo pese a los resultados. En la gloriosa década del 50 ya se hablaba de la barra tombina y las carboneras del Expreso, se sostuvo en la sequía de estrellas hasta el 68 y se fue agrandando en los 80’ cuándo de verdad eran malas.


Siempre lo tuvimos en nuestra sangre, hasta 1994, salvo la excepción del 74 paseamos nuestra estirpe por la región, demostrando en el oeste argentino nuestra pasión por los colores y el escudo. Catamarca, San Juan, San Luis y todas las canchas de la Liga Mendocina conocieron a los tombinos. Esos que llegaban caminando, en bicicleta, moto, camiones, micros y trenes.

Con el ascenso al Nacional B y luego a Primera, llevamos nuestra alegría a Buenos Aires y nos dimos varios gustos, de esos que no se olvidan. Hace un tiempo tuvimos la posibilidad de jugar nuestra primera Libertadores y también la Sudamericana. Hoy en nuestra quinta experiencia internacional volvimos a demostrar un enorme crecimiento como hinchada, nuestro sentido de pertenencia y el formato excepcional de tribuna familiar en pleno desarrollo.

Ver las gradas completas de mujeres, niños y niñas, llena de emoción y entusiasma. Esos pequeños hinchas son quienes daran el salto definitivo a esta raza de amantes de nuestro club. Es nuestra obligación como generación anterior cuidar y educar a estos pequeños que seguiran el camino de hacernos una hinchada enorme y reconocida por nuestras formas.

No debemos descuidar los valores, el respeto, las buenas costumbres son la clave para que no desaparezcan de la cancha los niños y las mujeres. El espacio adecuado lo debemos generar entre todos y mantenerlo como lo venimos haciendo hasta aquí. Godoy Cruz es familia, es alegría,  felicidad y futuro.

En este nuevo aniversario, celebremos juntos, brindando por estos hermosos colores que heredamos con amor. Defendamos nuestra raza, esa que alienta y no se cansa de cantar. Por los que se fueron, por los que hacen historia y por los que vendrán. Feliz cumpleaños, familia tombina que tu pasión y alegría no deje nunca de brillar.