A sus 87 años cuenta desde los inicios en calle Castelli, pasando por los campeonatos de Liga Mendocina hasta su colaboración en las distintas comisiones directivas. Su testimonio transmite orgullo y felicidad.
Tal vez para el público en general no sea muy conocido. La gente no lo reconoce como al Loco Julio, ni como al Gato Oldrá, tampoco como al Morro García. Pero es un ícono, de esos que a veces te hacen dudar si su sangre es roja o desde chico le inyectaron liquido azul y blanco entre las venas.
Don Jorge Fernández tiene 87 años, diez menos que nuestra querida institución. Lleva 75 años siendo socio del único grande del oeste argentino. La cita es en la sede social y llega bien vestido, como solía ir a calle Castelli sin importar que volviera lleno de tierra. No lleva nada de Godoy Cruz a la vista, pero no hace falta, porque nuestros oídos se endulzan al escuchar historia pura relatada en una voz que parece ser un cuento de amor.
“Mi tío fue fundador del club y me hizo socio a los 12 años. Yo vivía al lado del club Godoy cruz sobre calle Castelli”, empieza. Habla lento, como si quisiera volver a esa infancia donde todo era más difícil, pero a la vez hermosa. Lo lógico sería oírlo nombrar el equipo campeón del ’44 o ’74 pero no, él sabe también aquellos que no lograron ganar títulos pero le dieron grandes alegrías.
De repente se le infla el pecho de orgullo: “En la mudanza de calle Castelli vinimos con mi familia caminando por calle San Martín, luego por Montecaseros y cruzamos el puente con los trofeos y todo lo que había allá. Parecía una procesión religiosa”, sus ojos brillan.
De repente mira hacia el sector de los quinchos. “Todos estos árboles los plantamos nosotros. Hacíamos un trabajo de hormigas, colaborábamos mucho para que el club creciera”. Y sigue: “En todo ámbito de la vida tenés un sentido de pertenencia, que lo sentís propio y lo querés cuidar; por eso los socios tienen que saber que el club es de todos nosotros y luego será de los hijos y nietos”.
Conoció el país entero por seguir a Godoy Cruz y tiene miles de anécdotas pero prefiere sintetizar todo en una que le gusta mucho: “Yo era mensajero en el correo con 12 años y me tocaba trabajar un domingo. Jugábamos contra Talleres y yo estaba desesperado, hasta que el telegrafista me dijo ‘si me prometes que en 20 minutos estas acá, podes ir un rato a ver a Godoy Cruz’, yo tenía tanto entusiasmo que fui por un tiempito y volví a trabajar”.
Vio todos los logros de Godoy Cruz: desde el primer campeonato de Liga Mendocina en el 1944, pasando por el ascenso a la B Nacional, ascenso a Primera División, los octavos de la Libertadores y el reciente Subcampeonato. “Ha sido un salto tan grande que ni lo soñábamos en esa época. Con el esfuerzo que hacíamos y los pocos que colaborábamos nunca pensamos en que podía llegar a ser lo que es hoy”.
Pero no se remite solamente a lo futbolístico: “Tener la pileta, las disciplinas que hoy tiene el club no lo imaginábamos cuando estábamos en calle Castelli. Ha sido una constante evolución con mucha voluntad por ser un club social”.
Fernández estuvo en la gestión de todos los Presidentes y formó parte de muchas comisiones directivas: “Comencé con inferiores en la gestión de Filipini y tenía a cargo una división donde había que darles de comer y hasta irlos a buscar a las casas. Era un trabajo de hormiga”. Fue vocal titular, vocal suplente, secretario, revisor de cuentas, pero nunca quiso ser presidente ni vicepresidente porque quería colaborar de otra forma.
La charla está por finalizar y, sin ser consultado al respecto, dice: “Cuando estábamos muy mal tuvimos la suerte de encontrarnos con el mesías que es Mansur. Yo conocí a su bisabuelo que vivía a media cuadra de mi casa y así pude conocer a toda la familia. Se que es muy honesto, y si tuviera que hacer administrar mis bienes, se los doy a él. De los mejores que han pasado por este club”.
Antes de despedirse vuelve a mirar como si su cabeza aún no comprendiera lo que está observando, hace señas con su mano como marcando el club entero y finaliza: “ Esto era todo baldío con el zanjón a la orilla. Cuando veo lo que ha crecido el club para mi es un sueño. Nunca pensé llegar a esta edad y con Godoy Cruz tan crecido. Me pone feliz saber que no para acá sino que sigue para adelante”.
Don Fernández, un libro humano sobre la historia pura de Godoy Cruz, sobre la historia posta. No la que le contaron hinchas de otros equipos, sino la que escribió él mismo yendo del barro de Castelli al barro de Misiones, viendo a su amado Expreso en primera y en Copa Libertadores.